Diario de un zombi

11:18

Los zombis tenemos fama de ser bastante básicos y estúpidos. Y es verdad. Pero bueno, el tema no estaría tan mal si realmente lo fuéramos a todos los niveles. A fin de cuentas, correr de un lado para otro como idiotas buscando comida (en este caso, cerebros) haciendo uso de apenas un par de procesos cognitivos básicos es lo que hacen los animales, y están bastante bien considerados por lo general entre los no infectados. No, lo malo es que somos plenamente conscientes de todo lo que no sucede, pero no podemos evitarlo. 


De alguna manera nuestras mentes siguen funcionando igual en la intimidad, pero a nuestros cuerpos parece dirigirlos un instinto muy básico, moviéndonos entre dos modos: comer y caminar lentamente como tontos hacia la comida. Eso si te quedan piernas. Hablo en plural porque deduzco que no tengo nada de especial y a los demás les pasará lo mismo, pero ya sabéis, nos es imposible cualquier forma de comunicación. Si vosotros estáis leyendo esto es por una simple exigencia narrativa, nada más.

Nuestros días se parecen mucho unos a otros, la verdad. Bueno, el ciclo de día y noche a veces se nos hace un poco raro, porque aunque el sol salga y se ponga, eso no interfiere para nada con nuestras rutinas, así que a veces no tengo muy claro el distinguir entre cosas que pasaron hoy, ayer, antes de ayer, etcétera. Por ejemplo, hoy. Salió el sol, claro, y nosotros seguíamos a la nuestra: dar vueltas como imbéciles a esperar a que pasara algún grupo incauto de humanos. Viajo con un grupo de cien o doscientos, más o menos. Tampoco me he parado a contarlos, además de que nos parecemos mucho y es un lío. 

Recorrimos unos cientos de metros en apenas tres horitas, gritando y gimiendo, a un lado de la carretera. Otro zombi se chocó bastante torpemente contra una furgoneta abandonada en mitad del asfalto, y debía de tener el cuello bastante delicado porque con el choque el tendón se le rompió y la cabeza le fue a parar al suelo. Espero que se entretenga de alguna forma a partir de ahora. En cualquier caso, se oyeron ruidos fuertes justo en la otra dirección, y hala, media vuelta. Como no nos cuesta caminar ni nada…

Eran ruidos de disparos, obviamente. De momento ningún otro animal que no sea el humano ha desarrollado la capacidad de disparar un arma, que yo sepa, así que solía ser buena señal. O no, porque también podían matarte. Si a mí me mataran, la verdad es que me iba a dar igual, pero no sé. Igual hay gente apegada a esta vida de zombi, así que n dejaba se suponer cierto peligro también. Pero nuestro instinto nos empujaba hacia allí, a por comida, aunque nuestro metabolismo llevara meses muerto y no la necesitemos para nada.

Era una pelea, o algo así. Había como cuatro humanos de un lado y dos del otro, disparándose los unos a los otros mientras se escondían entre lo que quedaba de una gasolinera. Nunca entendí esa necesidad de conflictos que parece afectarles tanto a los no infectados. Qué incivilizados. De alguna manera, yo me he sentido muy integrado en el colectivo zombi, y sin embargo ellos, que poco a poco se van extinguiendo, en lugar de hacer piña, se matan entre sí cada vez más violentamente. Por una parte me entristecía, pero por otro lado se me abría el apetito al pensar en que probablemente se matarían entre ellos, derramando todas sus vísceras calientes por el suelo…

Llegaron refuerzos para los que estaban en inferioridad numérica, desde el otro lado. Se les veía bastante apresurados. Nos estaban viendo llegar lentamente y tendrían que acabar con aquello pronto. Como digo, muy violentos. Llegamos inocentemente a devorarles y nos reciben con una salva de disparos. Se cargaron a unos cuantos, pero seguimos llegando más y más. La gasolinera estaba vallada con una alambrada bastante precaria, y empezamos a agolparnos en torno a ella. Caí al suelo y desde ahí pude ver más o menos como avanzaba el enfrentamiento. La cosa entre ellos estaba ahora como en quince contra dos. Estaba deseando comerme a esos dos ya mismo, claro. Sin embargo, a esos llega un tipo que parecía el líder y en vez de degollarlos, partirles las piernas, o cualquier cosa que nos lo dejara un poquito más fácil, va y les revienta el cráneo con un bate. Pero a papilla, eh. Que no le vamos a hacer ascos a una cabeza hecha pulpa, pero nos gusta más abrirla nosotros mismos y comernos el cerebro entero. No se puede tener todo en esta vida.

En cualquier caso, la valla se vino abajo, y como estaba tirado en el suelo, me pasaron por encima todos los demás. Se tiraron sobre todos los cadáveres como malos bichos, y las tripas saltaban de un lado para otro. Los vivos consiguieron escapar, aunque algunos de los nuestros los siguieron un poco. Fueron rápidos, así que ni les rozamos. Que me quedé sin comer, vaya. Luego para colmo, al levantarme, un trozo de mi pantalón viejo se enganchó con la alambrada y no fui capaz de salir. 

Y aquí estoy. Llevo ya… Bueno, espera. Esto pasó antes de ayer, creo. No sé. Que me aburro y tengo hambre. Menos mal que oigo ruidos ya y con algo de suerte me empujan y salgo de esta. Además, aunque no hablemos tener compañía siempre es grato. Juego a intentar distinguir a unos de otros, y como es bastante difícil da para un rato. Ah, mierda, estos están vivos. Y parecen bastante enfadados. Igual conocían a los del otro día. Uno saca un cuchillo. Eso, acércate, que con suerte te pego un mordisco. Y… Ah, casi lo agarro, casi casi… Oh, mierda, el cuch

¡Gracias por leerme!

0 comentarios