Negro

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Al igual que existen infinitos números, existen infinitos colores. De hecho, lo primero es la causa de lo otro. Los colores, cada uno único e irrepetible (bueno, está bien, seguro que de entre los infinitos algunos se parecerán mucho y al ojo humano resultarán indistinguibles). Con el poder de que cada persona que los haya visto pueda volver a rescatarlos de las profundidades oceánicas de su propia mente con tan solo ver u oír su nombre. Con un sentimiento imbuido, quién sabe si de manera inherente a él mismo o influenciados por el mundo en el que nos ha tocado vivir, porque quién sabe si el color azul que a nosotros nos evoca calma en algún otro planeta enciende la pasión del rojo terrestre. Y a pesar de todo esto… No se pueden describir. Es imposible. ¿Cómo podemos explicarle el verde a una persona ciega desde el momento en el que fue dado a luz, sin abandonar la oscuridad? La única referencia objetiva, lo que nos permite atarlos a la realidad, son los números. Una longitud de onda. Un código de identidad. La prueba de que, efectivamente, los colores existen, y no son una ilusión colectiva biológica, o algo parecido. De hecho, tenemos números para describir colores que no podemos ver, pero que sabemos que existen. ¿Cómo es ver un color ultravioleta? Si pudiéramos preguntarle a un animal capaz de detectarlos, probablemente nos daría igual, porque los colores no se explican. Aunque quizás haya excepciones. El blanco y el negro. Luz y oscuridad, todo y nada. Reflejan y absorben todos los colores, y aun así, tenemos la osadía de decir que algo en blanco y negro… ¡No tiene color! ¿Pero cómo se nos ocurre? De apostar por alguno, diría que son los dos que pueden transmitir algo de manera universal, y los dos que estarán más cerca de poder explicarse. La luz seguro que es blanca en este y en todos los planetas. Y el negro, en cualquier tiempo y cualquier lugar, es la oscuridad, el vacío, la nada, el miedo, la muerte… Me encanta el negro.

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Este pequeño texto fue el que envié a Ora Labora Studio, un estudio de serigrafía que nació en Uviéu (Oviedo, vaya) y que actualmente se encuentra en la muy noble, muy leal, hospitalaria y caritativa, muy culta, docta y sabia Ciudad de Salamanca. De donde es un servidor. Los chicos de Ora Labora han preparado un fanzine con la colaboración de 31 artistas (uno de ellos amigo mío, para su desgracia...) y luego un patán por ahí que escribe cosas en un blog. CMYK son las siglas de los colores cyan, magenta, amarillo y negro. Su mezcla es capaz de producir cualquier color, y en este fanzine representan las disciplinas de grabado, serigrafía, risografía y escritura, respectivamente. Si os interesa podéis ver más información así como comprarlo aquí.
El 18 de enero se presentó, en la inauguración de la exposición colectiva "¿Caraduras?" en el Espacio de Arte Experimental de la Universidad de Salamanca. El día 12 de febrero será el último, por si algún lector está de casualidad por aquí y le interesa verlo. En cualquier caso, a continuación comparto las fotos del fanzine de mi sección que me enviaron como obsequio desde el estudio, junto con mi texto y unas pegatinas, además de algunas imágenes de la exposición.
Y porque puedo, os recomiendo también visitar la página de Varograff y su editorial La Granja,  que están preparando algo muy gordo en Salamanca y buscan colaboradores. Gracias y un saludo.





¡Gracias por leerme!

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